jueves, 27 de septiembre de 2007

EL CRIADO DEL RICO MERCADER


Antes de nada dejadme que os cuente un cuento. Es un cuento tradicional, algunos de vosotros seguro que ya lo conoceréis, pero me sirve de introducción para lo que os quiero contar. Se titula “El criado del rico mercader”:

Érase una vez, en la ciudad de Bagdad, un criado que servía a un rico mercader. Un día, muy de mañana, el criado se dirigió al mercado para hacer la compra. Pero esa mañana no fue como todas las demás, porque esa mañana vio allí a la Muerte y porque la Muerte le hizo un gesto.
Aterrado, el criado volvió a la casa del mercader.
—Amo —le dijo—, déjame el caballo más veloz de la casa. Esta noche quiero estar muy lejos de Bagdad. Esta noche quiero estar en la remota ciudad de Ispahán.
—Pero ¿por qué quieres huir?
—Porque he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza.
El mercader se compadeció de él y le dejó el caballo, y el criado partió con la esperanza de estar por la noche en Ispahán.
Por la tarde, el propio mercader fue al mercado, y, como le había sucedido antes al criado, también él vio a la Muerte.
—Muerte —le dijo acercándose a ella—, ¿por qué le has hecho un gesto de amenaza a mi criado?
—¿Un gesto de amenaza? —contestó la Muerte—. No, no ha sido un gesto de amenaza, sino de asombro. Me ha sorprendido verlo aquí, tan lejos de Ispahán, porque esta noche debo llevarme en Ispahán a tu criado.

Ander salió del hospital el 14 de septiembre y ya estamos todos juntos en casa. Pero al igual que el criado del rico mercader, nosotros tampoco hemos podido escapar a la fatalidad. Para la desgracia no hay refugios, te busca y te encuentra donde quiera que te escondas, y cuando más te ocultas antes da contigo.
Un día antes de salir del hospital el corazón nos hizo 'crack'. A Ander le hicieron una resonancia magnética y han descubierto que, debido a que su pequeño cerebro se quedó sin oxigeno en algún momento, tiene severos daños cerebrales. 'Crack'. 'Crack'.

Asier Pérez
St. Sébastien, septiembre de 2007

miércoles, 26 de septiembre de 2007

ENTRE EL CIELO Y EL INFIERNO


Toda la vida he creído que el cielo y el infierno son dos extremos, el cielo en un extremo y el infierno en el otro, muy alejados entre sí.
Estos días he descubierto que el cielo y el infierno están uno al lado del otro, apenas separados por una frágil puerta que se puede abrir en el momento más inesperado.

Jueves, 16 de agosto de 2007
05:50
- Asi, despierta. Creo que tenemos que ir al hospital – me susurra Ainhoa, mi mujer, al oído.
- Asi, despierta. – y siento como me mueven para que me levante.
- ¿Que pasa? ¿Ya?
- Creo que son contracciones. Deberíamos ir al hospital.
- Me pego una ducha y voy.
Mientras me visto voy poniendo las ideas en orden dentro de mi cabeza. ¡Vamos a ser aitatxos!
Antes de salir hacia el hospital Ainhoa coge la bolsa que tenía preparada desde hace más de dos meses y cerramos la puerta de casa.
- La próxima vez que volvamos a casa seremos tres en vez de dos – me dice. Y nos miramos y sonreímos.
Por fin vamos a conocer a Ander.

07:10
Entramos por la puerta de urgencias de Policlínica Gipuzkoa. Rápidamente llaman a la matrona y nos asignan una habitación. La 255. Un celador lleva a Ainhoa en silla de ruedas y yo les sigo por detrás.
La habitación es enorme. Además del dormitorio y el cuarto de baño tenemos una sala de estar muy grande, con sofá, sillones y una mesa central.
Ainhoa se tumba en la cama y la matrona le analiza.
- Ya está bastante dilatada. - dice la matrona – Vais a tener el niño antes de comer seguro.
- Así que comida para tres. La que vamos a liar hoy aquí – le digo a Ainhoa.
Ainhoa sonríe.
Al cabo de un rato la matrona vuelve a aparecer con un aparato para monitorizar las pulsaciones de Ander. Conecta el aparato a la tripa y sale mientras el aparato empieza poco a poco a imprimir una gráfica.

08:15
La matrona comienza a analizar la gráfica y las pulsaciones. Se da cuenta de que cuando se produce una contracción las pulsaciones de Ander bajan a la mitad.
- Algo está pasando ahí dentro – dice la matrona. – Voy a llamar al ginecólogo para que suba corriendo.
Efectivamente, cuando ocurre una contracción se oyen las pulsaciones mucho más lentas, como si fueran a pararse. Hay momentos en los que incluso parece que fueran a pararse del todo y me empiezo a poner nervioso. Le toco la mano a Ainhoa e intento trasmitirle tranquilidad. “No pasa nada”.

09:00
El ginecólogo llega y examina a Ainhoa. Con un punzón pincha la bolsa para que salga el líquido amniótico mientras coloca una palangana para que caiga en ella.
- Las aguas son sucias – exclama el ginecólogo. Nos enseña una muestra del agua que ha recogido y tiene un color marrón verdoso.
- Rápido, cesárea de urgencia. Que preparen un quirófano ya mismo.
Al oír esas palabras nos empezamos a poner más nerviosos. Un celador llega a la habitación y saca la cama inmediatamente para llevarla al quirófano. Todos salen hacia allí y yo voy por detrás. Se va uniendo más gente a la comitiva: el anestesista, las enfermeras,…
Cuando vamos a pasar a la zona quirúrgica, el anestesista me pone la mano en el pecho y me dice: “tú quédate aquí”
Me quedo en la sala de espera y ya no se qué pensar. Llevo nueve meses imaginando el momento del parto, la que me han dicho es la parte más bonita de todas que es cuando vamos a ver juntos a nuestro hijo, y de repente me encuentro sólo y sin saber que ocurre tras esa puerta por la que acaba de desaparecer mi mujer en una cama.

09:10
Una persona también espera en la sala. “Debe ser normal” pienso.
Una enfermera se acerca con un gorro, una bata verde y unos patucos.
- ¿El marido de Ainhoa?
- ¡Yo! – le digo.
La otra persona se levanta y se le acerca.
- Es él - me dice la enfermera. Le acerca la ropa que traía y desaparecen los dos tras la puerta que da acceso a la zona quirúrgica.
Yo me quedo esperando y pensando que pronto me llamarán.

09:26
Ander nace en el quirófano.
Ajeno a lo que está pasando dentro yo voy de un lado a otro en la diminuta sala donde estoy, esperando que de un momento a otro venga una enfermera para llevarme donde mi mujer y ver nacer a mi hijo.
Pasa el tiempo pero nadie viene. Empiezo a ponerme cada vez más nervioso. La situación es muy extraña. ¿Esto es el parto? ¿Qué está pasando? Yo también quiero ver nacer a mi hijo.
Al cabo de un rato que se me hace interminable, aparece una enfermera con un bebe en brazos, se acerca mirándome y me dice: “¡Aitatxitoooo!”. Me enseña un bebé muy pequeño y muy tapado. Sólo tiene la carita al aire y los ojos cerrados. ¡Mi hijo! Me llevo las manos a la cara y me pongo a llorar de la emoción. Me dice que se lo lleva al “nido”, un cuartito donde están los niños recién nacidos.
Viene el anestesista y me dice que la mamá está bien. Que han tenido que ponerle anestesia general porque ha empezado a ponerse nerviosa. La tendrán en una sala de reanimación despertándose y luego la subirán a la habitación.
Tampoco ella ha visto nacer a Ander. No importa, pronto estaremos los tres juntos disfrutando.

10:30
Llamo a mi familia. Todo es tan emocionante a pesar de la sensación de desconcierto inicial… ¡Ya soy aitatxo! Voy de un lado a otro. Me paso por el “nido” a ver a Ander, ¿por qué no puedo cogerlo?, voy a la habitación a ver si Ainhoa ha subido ya, salgo fuera, deambulo por la clínica.
En uno de mis paseos me aborda la pediatra que ha atendido el parto y me dice que Ander está bien. Nada más sacarlo han tenido que limpiarle los pulmones bien y extraerle el líquido, pues había tragado líquido amniótico sucio. Ha sido un primer momento muy tenso pero ahora está bien y lo tienen en observación. Le esta costando un poco respirar y le han puesto un poco de oxigeno para que respire mejor. Me comenta que en un par de horas nos lo traerán a la habitación.
Decido no llamar a nadie más hasta que el niño este con nosotros. Estoy deseando que Ander, Ainhoa y yo estemos ya juntos.

11:45
Suben a Ainhoa a la habitación e intercambiamos opiniones. Le digo que en una hora Ander estará con nosotros.
- ¿Has llamado a tus padres? Yo ya he llamado a los míos – le digo – pero les he dicho que no vengan todavía pues no tenemos a Ander. Primero quiero que lo disfrutemos nosotros una horita y luego que vengan.
- Yo esperare a que lo tengamos y luego les llamo. Han dicho que lo traen en una hora, ¿no? ¿Cuánto queda?

14:00
Pasa el tiempo y siguen sin traer a Ander a la habitación. Nos visita una pediatra.
- Ander esta bien. Tiene todavía un poco del meconio que ha tragado en los pulmones y le cuesta respirar correctamente. Para ayudarle le hemos metido en una incubadora y le hemos dado un aporte de oxigeno. Poco a poco le vamos reduciendo el aporte de oxigeno y se está comportando bien. Además le hemos realizado una analítica y no presenta una infección debido al meconio, que normalmente aparece en los niños a las dos horas del parto. Su evolución es buena. Muy pronto os lo traemos con vosotros.
Ainhoa ya ha llamado a sus padres. Yo he hablado con mis amigos para decirles que ya somos aitatxos, pero es una sensación rara porque todavía no es de felicidad completa. Queremos disfrutar de nuestro bebe cuanto antes.

19:00
Estamos un poco nerviosos. Ainhoa tumbada en la habitación con los dolores de la operación y yo de un lado a otro, entre el “nido” y la habitación. Viéndole a él y viéndole a ella. Así toda la tarde. Y todo el rato diciéndome “le estamos dando un pequeño aporte de oxigeno”. Me fijo que a veces le meten dentro de la incubadora una campana de oxigeno para que el oxigeno le llegue antes. “Es todo normal” me dicen.
Mis padres y los padres de Ainhoa están con nosotros en la habitación. Nuestra única preocupación en estos momentos es que cuando nos traigan a Ander nos dejen un momento de intimidad para disfrutar del encuentro.
Mientras tanto llamo a J., a A., a U., y a muchos otros para decirles que ya soy padre, pero que todavía no he tenido a mi hijo en brazos. Algunos no me cogen el teléfono. Es agosto y están de vacaciones.

22:45
Nos hemos quedado solos de nuevo. Confiábamos en que nos trajeran al bebe antes. ¿Dormiremos con él o nos lo traerán mañana por la mañana?
Sigo paseando de un lado a otro y veo que cada vez hay más gente con bata en el “nido” al lado de Ander. Pregunto a ver que pasa y me dicen que en un ratito el pediatra vendrá a hablar con nosotros, que estemos tranquilos.
Al cabo de unos minutos, la puerta de la habitación se abre y entran un pediatra y dos enfermeras. Ainhoa y yo nos damos la mano antes de empezar a escuchar. El pediatra comienza a explicar las características del parto y todo lo que hasta ahora conocíamos. Y continúa:
- Ander tiene algo de meconio en los pulmones que le impide respirar bien. A pesar de que la evolución era correcta en los primeros momentos, cada vez le cuesta más respirar y los pulmones se le han infectado. Como aquí no tenemos todo lo necesario para tratarle como es debido hemos decidido que vamos a trasladarle a la UCI de neonatales del Materno-Infantil, la “Resi”. Allí se le administrará un antibiótico para bajar la infección y se le someterá a un proceso para que se recupere del todo. Ya hemos llamado a una ambulancia para que lo trasladen urgentemente.
Ainhoa y yo empezamos a llorar, totalmente desconcertados. Si todo el día nos llevan diciendo que estaba bien… ¿Qué ha pasado? Los médicos miran al suelo y nos dicen “Tranquilos, allí lo van a cuidar bien”.

23:40
El tiempo hasta que llega la ambulancia se hace eterno. Un celador entra en la habitación para decirnos que ya han llegado y de repente me doy cuenta de que Ainhoa no ha visto al niño.
- Ella todavía no le ha visto. ¿Se le puede traer un momentito? – pregunto.
- Me parece que eso es imposible. Preguntaré a ver que podemos hacer – me contesta.
El celador vuelve al minuto y empieza a mover la cama. La saca de la habitación y la lleva hasta el fondo del pasillo donde está el “nido”. Abren la cortina que tapa el “nido” y aparece Ander dentro de la incubadora con la campanita de oxigeno. Una enfermera lo está sujetando para que mire hacia nosotros.
Ainhoa mira a Ander y Ander le mira a ella. Yo miro a los dos, separados por un cristal pero unidos por las miradas. Ander, que hasta ese momento casi no había abierto los ojos los tenía ahora como platos, como si reconociera a su madre. Nunca podré olvidar esa mirada ni todo lo que expresaba.
Después de medio minuto sin dejar ambos de mirarse se vuelven a llevar a Ainhoa. Yo hablo con el personal que va a trasladar a Ander a la UCI. Me hablan de casos de uno y de otro, pero yo no quiero oír nada de eso. Sólo quiero saber que va a pasar con mi pequeño.

Viernes, 17 de agosto de 2007
00:30
Entro a la UCI del Materno. Una sala enorme con decenas de puestos con incubadoras y cunitas calientes. En cada puesto un osciloscopio mostrando gráficas del estado de los niños, y muchas máquinas funcionando junto a ellos que sabe Dios que hacen.
Veo a Ander metido dentro de una incubadora con una campanita de oxigeno que permite que respire mejor. Le cuesta respirar. Tiene los ojos abiertos. No duerme y da la sensación de que no puede dormir. Parece que si se durmiera perdería la concentración y fuera a dejar de respirar.
Me salen las lágrimas al verle de esa manera. La enfermera me tranquiliza y me dice que lo van a cuidar bien. “¡Por favor, por favor, por favor!” le digo yo con las manos juntas enfrente de mi cara y los dedos entrelazados. Me gustaría quedarme con él. Le doy ánimos y le digo que pronto vendré.
- ¿Cuando voy a poder volver a verle? – pregunto.
- A las 12 de la mañana. Los padres tenéis una hora para estar con él.
- ¿Y hasta entonces nada?
- No. Si empeora os llamamos, pero sino hasta mañana a las 12.
La enfermera me da un papel en el que vienen las instrucciones de la UCI, horarios y teléfonos. Y salgo de la sala mirando hacia atrás, a mi hijo que dejo sólo en su primera noche.

04:45
Suena mi teléfono móvil. Me despierto de golpe, doy un salto de la cama donde estoy durmiendo y cojo el teléfono, un número desconocido.
- ¿Es el padre de Ander Pérez?
- Sí. ¿Qué pasa?
- Ander tiene problemas para respirar. Le hemos entubado y está conectado a un respirador artificial. Venga tan pronto como pueda.
Al otro lado de la habitación, mi mujer despierta me pregunta que pasa. “Ander, que no puede respirar” le digo. Voy enseguida a la Resi. De repente me doy cuenta de que estoy tiritando y siento muchísimo frío. No se por que.
Cabizbajo y apenas elevando los pies del suelo voy andando hasta el coche. No se ni como llego hasta la Resi. Voy todo el rato pensando, ¿Por qué a mi? ¿Por qué a Ander?
Llego a la planta de la UCI y me pongo a esperar en el pasillo delante de la puerta donde salí apenas unas horas antes. Veo entrar y salir a médicos y enfermeras y cada momento que pasa me pongo más nervioso. Una médico me dice que no puedo esperar en el pasillo, que vaya a la sala de espera.
Me acerco a la sala de espera y me parece que llego a las puertas del infierno. No hay nadie en la sala pero están todas las luces encendidas y la ventana abierta por la que noto que entra un frío horrible. Me siento y sigo tiritando. No he dejado de hacerlo desde que recibí la llamada. Estoy muy cansado, me molestan la luz, el frío y la vida.
Sigo pensando, tampoco he dejado de hacerlo en las últimas horas. Nueve meses cuidando hasta el más mínimo detalle para ahora esto. Que no se muera, por favor. No, no puede ser. No podemos volver a casa solos. ¿Qué hemos hecho mal? Voy a sacar de casa todas las cosas del niño antes de que le den el alta a Ainhoa y las voy a tirar. No tengo fuerzas para nada. Quiero a Ander. Por favor, que me pase a mi lo que sea pero no a él. Me es imposible cuantificar el tiempo que estoy allí esperando, pero durante ese rato se me ocurren las cosas más horribles que he pensado en toda mi vida.
Una médico y una enfermera se acercan a mí y me llevan a un pequeño despacho. Me siento con mis manos sobre la cara, enjuagándome las lágrimas. Pienso si la enfermera será la psicóloga. Dicen que en estos momentos te asignan un psicólogo. La médico me habla.
- Ander está muy mal. No podía respirar y le hemos tenido que entubar. Una máquina está respirando por él. Tiene una infección generalizada muy grande. Vamos a administrarle antibióticos y veremos como reacciona. No te podemos prometer nada. Pasa a verle un rato si quieres.
Entro en la sala donde estuve unas horas antes y veo a Ander, ahora en una cunita, totalmente echado boca arriba, con muchos tubos y cables por todo el cuerpo. Le están metiendo un líquido rojo con una gran jeringuilla por el ombligo. Su respiración es la de la máquina y es muy forzada. Tiene temblores y al verle sólo dan ganas de llorar. Y entre el llanto le doy palabras de ánimo.
- Ánimo Ander, te vas a poner bien. Pero tienes que pelear. Eres el mejor – y sigo mientras le toco su bracito – Ánimo guapo. Pelea fuerte. Tienes que ganar.
Alguien me coge del brazo para acompañarme hacia la puerta.
- Se tiene que ir. A las 12 de la mañana podrá estar más rato con él.
- Nooooo. Por favor, cuidarle bien. Y hacerle mimos. Muchos mimos. Por favor.
Le miro bien, como si fuera la última vez que le fuera a ver y salgo de la UCI. Todo el camino hasta la Policlínica lo hago llorando y cuando llego me abrazo a Ainhoa para llorar juntos.

08:00
No podemos descansar, pensando en que en cualquier momento va a volver a sonar el móvil. Nos pasamos toda la mañana llorando y diciendo que nos queremos mogollón, como si fuera un placebo para mitigar el dolor que tenemos dentro. No queremos ver a nadie.

12:00
Estoy en la puerta de la UCI con las manos en la cara y sollozando. He llegado como he podido porque me cuesta hasta andar. Hay más gente que va a entrar a ver a sus bebés pero a mi sólo me importa el mío. De repente me ve V., un médico conocido.
- ¿Qué haces tu por aquí?
- Ayer por la noche ingresaron a mi hijo aquí.
- Ah!, el de Policlínica… - mira al suelo. – Ha estado muy mal. Esta mañana a las 7 creíamos que se moría pero parece que ha remontado un poquitín. Ánimo. – me da una palmada y se va con un carácter muy serio.
Una vez dentro, me llaman a un despacho. En el despacho 4 médicos y 2 enfermeras. Cierran la puerta y me piden que les cuente lo que se. Yo, sollozando, les cuento lo que hasta ahora me han contado y les pido por favor que hagan todo lo posible por salvarle la vida. Me dicen que han cambiado los parámetros del respirador y que Ander comienza a estar estable. Pero todavía la máquina respira por el y tiene todo el cuerpo infectado. El bebé está completamente sedado y todavía es pronto para saber que va a pasar con su vida.
Salgo del despacho y hasta que me echan de la sala estoy junto a Ander, cogiéndole de la mano y dándole ánimos, mientras intento disimular delante de él que estoy llorando.

13:30
De vuelta a la Policlínica le cuento a Ainhoa lo que he visto. No queremos ver a nadie, sólo pasar este rato juntos.
A., J. e I. me llaman diciéndome que tenían una llamada perdida mía. Les digo que ayer les llamé porque había sido padre, pero que mi hijo está muy mal y no se si se salvará.
Me duele la tripa y me doy cuenta de que llevo más de 30 horas sin comer. Mi estómago esta cerrado y sólo ver comida me echa para atrás. Me alimento de Coca-Cola.

18:30
Vuelvo de ver a mi hijo, totalmente entubado y sedado. Le he estado dando palabras de ánimo. Todos estamos con él. Salgo del coche y veo el sol de la tarde reflejarse en el edificio de Juntas, enfrente de la Policlínica, con el monte detrás. “Ander, con lo bonito que es este mundo… tienes que luchar por quedarte. Verás como no te arrepientes”.

23:00
Me acuesto. Miro al móvil y pido que no suene en toda la noche. Si me llaman, de nuevo serán malas noticias. Duermo mal y me despierto muchas veces. Cada vez que lo hago miro al móvil por si tengo una llamada perdida. Por favor, no suenes, por favor…

Sábado, 18 de agosto de 2007
12:00
Otro día más estoy en el pasillo de la UCI esperando que abran la puerta para poder ver a mi hijo.
Entro y voy directo hacia él. Los médicos me dicen que el respirador está al 50%. Mitad respira él y mitad respira la máquina. Es un primer paso. Siguen con los antibióticos para que la infección remita. Durante el poco tiempo que tengo para estar con él le cojo de la mano y le hablo todo el rato. Me acerco y le doy un beso en la frente. En ese momento noto como su manita aprieta mi dedo y me emociono.
Por la tarde vuelvo a verle. Son dos veces al día, menos de una hora cada vez. Es tan poco tiempo que hay que aprovechar hasta el último segundo para estar juntos.

Domingo, 19 de agosto de 2007
12:30
¡Le han puesto el respirador al 20%! Casi está respirando sólo. La infección remite.
- Ánimo Ander, lo estas haciendo fenomenal. Sigue así. – le animo, porque se que me escucha - ¿Sabes una cosa, Ander? Esta tarde la amatxito va a venir a verte, así que te tienes que portar bien. Después de mucho insistir le van a dejar venir.

17:15
Por fin, la familia unida. Ander, Ainhoa y yo nos cogemos de la mano los tres. ¡Estamos juntos!
Qué lástima que Ander tenga un poco de ictericia. Está con una luz especial y con un antifaz para que no le de en los ojos.

Lunes, 20 de agosto de 2007
12:15
Ainhoa y yo llegamos corriendo a verle. Vamos a su cunita y nos ponemos uno a cada lado a hablarle. De repente nos ve a los dos y no sabe a donde mirar. Mueve la cabeza a un lado y a otro, como queriendo vernos a los dos a la vez. Nos reímos y nos agarramos todos de la mano.
Además le han quitado el respirador. ¡Ya respira por si sólo! Es increíble que estemos en esta situación, emocionándonos por cosas que deberían ser normales. Poco a poco nos estamos haciendo a la idea de dónde estamos.
Le están haciendo pruebas. Hace un rato le han hecho una ecografía de la cabeza y ahora le empiezan a hacer un electro de la cabeza. Cuando nos vamos le están poniendo cablecitos en la cabeza, y él nos mira como diciendo “no me dejéis aquí”.

Martes, 21 de agosto de 2007
12:40
Estamos en el despacho del pediatra que nos da el parte médico diario de Ander.
- Se mueve más, que es buena señal. Antes estaba más acurrucado. Pero todavía tiene convulsiones. El electro de la cabeza nos muestra actividad cerebral por debajo de lo normal, aunque puede ser debido a la sedación. En la ecografía de la cabeza hemos localizado un edema cerebral, de todo lo que ha sufrido. Esperamos que poco a poco se vaya absorbiendo. También hemos visto un riñón dilatado y tenía una obstrucción. Le hemos abierto una vía para que orine más fácilmente. En fin, está fuera de peligro pero hay que seguirle para ver si le quedan secuelas.

17:15
Lo de esta mañana ha sido un mazazo. Le acariciamos y cada vez que vas a tocar a Ander es como si le diera un espasmo. Pienso que él cree que cada vez que alguien le toca es para hacerle daño. Tiene todo el cuerpo lleno de agujeros, cables, tubos,… No querrá que nadie le toque.
- Tranquilo Ander. Nosotros no te vamos a hacer daño.

Miércoles, 22 de agosto de 2007
12:20
Le han dado leche, pero se la han metido por un tubo que tiene conectado a la nariz. Ha perdido el reflejo de succión con el que nacen los niños y hasta que lo recupere le seguirán dando la leche por la sonda de la nariz.

Jueves, 23 de agosto de 2007
12:30
Ander ha conseguido tomar un poquito de leche por la boca, pero el resto se la acaban dando por la sonda nasal. Creo que se tarda bastante tiempo en recuperar el instinto de succión.
Ander sigue con las convulsiones, que es lo más grave.

14:15
Ainhoa recibe el alta en la Policlínica así que nos vamos a casa. Durante el trayecto hasta casa nadie habla. Pienso en que ahora deberíamos haber llegado tres y estamos llegando sólo dos. Hasta ahora era normal que estuviéramos sólo los dos pero ya desde los primeros momentos se nota una situación de vacío, cómo si Ander siempre hubiera estado con nosotros.

………………

Esta es la historia del nacimiento de nuestro hijo Ander. Una historia de lucha por la vida. Una historia de la fuerza del amor y de la fe.
Es también un agradecimiento al enorme apoyo que todos vosotros nos habéis dado para superar los días más duros de nuestra vida. Siempre que en el futuro veáis a Ander crecer, os estaremos dando las gracias porque habéis aportado vuestro granito de arena para que eso sea posible.
Pero todavía la historia no ha acabado. Ander sigue luchando y nosotros con él. Es la historia de la esperanza.


Asier Pérez
St. Sébastien, agosto de 2007